El moho y la humedad constituyen uno de los problemas más comunes y temidos en viviendas. Las desagradables manchas negras, grises o verdosas aparecen cuando hay exceso de vapor de agua en el ambiente o filtraciones permanentes, y pueden proliferar rápidamente sobre paredes, techos, muebles, ropa o tejidos. Las causas más habituales incluyen condensación por vapor de agua sin ventilación, puentes térmicos, filtraciones desde el exterior o fugas internas, así como insuficiente renovación del aire en estancias como baños, cocinas, armarios o sótanos.

 

Cuando el moho aparece, no solo deteriora la estética del hogar, también puede emitir olores desagradables y desencadenar consecuencias negativas para la salud, especialmente en personas sensibles como niños, ancianos o alérgicos: congestión nasal, irritaciones, asma, alergias, molestias respiratorias y picores en ojos o piel, entre otros.

 

Además, los muebles u objetos ubicados cerca de zonas húmedas pueden verse afectados: materiales porosos como madera, cartón o telas absorben agua fácilmente, lo que favorece la proliferación del moho en muebles, ropa o enseres.

 

Identificar el tipo de moho —negro, verde, blanco o incluso rosado/-anaranjado— ayuda a evaluar la gravedad del problema y la vulnerabilidad de la vivienda o materiales afectados.

Prevenir esta pesadilla doméstica pasa por controlar la humedad y el nivel de condensación. Es fundamental reparar rápidamente filtraciones en techos, ventanas o tuberías, mejorar el aislamiento para reducir puentes térmicos, y asegurar una ventilación adecuada en todas las estancias. La ventilación, idealmente mediante sistemas eficientes, juega un papel clave para reducir la humedad ambiental y renovar el aire interior con regularidad.

 

Con una estrategia adecuada y un sistema de ventilación bien dimensionado, es posible mantener un ambiente interior saludable y libre de moho, protegiendo tanto la salud de los habitantes como la integridad de la vivienda y sus muebles.