Si notas tu piel áspera, seca o con granitos, puede que el problema no sea solo tu crema o tu rutina diaria, sino... el agua de tu grifo. Muchas zonas tienen agua dura, con alta concentración de cal, y eso puede afectar el confort de tu piel más de lo que piensas.

 

Varios estudios respaldan esta relación:

Un estudio de la Universidad de Sheffield (Reino Unido) concluyó que el agua dura daña la barrera natural de la piel y puede empeorar afecciones como el eccema. El lavado frecuente con agua dura favorece rojeces, sequedad y grietas finas en la piel.
También se ha demostrado, en investigaciones del King's College de Londres, que en zonas con aguas duras hay una mayor incidencia de neurodermatitis en los niños.


La cal que queda sobre la piel no solo reseca, sino que, además:

Provoca microgrietas por donde entran restos de suciedad, empeorando la aparición de granitos e impurezas.
Impide que los cosméticos penetren correctamente, lo que reduce su eficacia y hace que necesites usar más cantidad.


La solución eficaz: agua blanda con sistemas como AQA perla de BWT

Estos sistemas eliminan los minerales que endurecen el agua, transformándola en una versión suave, sedosa—como “agua perla”. El cambio se observa en la piel y el cabello.


Con este agua:
- La piel se limpia mejor y se mantiene hidratada.
- Los productos dermocosméticos se absorben con mayor facilidad, lo que optimiza su efecto y puede reducir el uso y el gasto.